En Chile: Protección de zonas marinas de interés

En Chile: Protección de zonas marinas de interés

 

Se puede resaltar que estos ecosistemas incluyen reservas marinas, parques marinos y áreas marino y costera protegidas y son definidas en la Ley de Pesca “como unidades naturales conformadas por estructuras geológicas frágiles, poblaciones o comunidades de invertebrados de baja productividad biológica”.

“Su importancia radica en que son zonas en las que viven poblaciones que constituyen reservas genéticas y de larvas que son exportadas hacia las áreas de manejo de recursos bentónicos. Además, son el hábitat de especies hidrobiológicas protegidas”, complementa la jefa de la División de Administración Pesquera de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca), María Ángela Barbieri.

Si bien la industria pesquera aparecía como la principal afectada, la medida es totalmente apoyada por el sector. El gerente general de la Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca), Héctor Bacigalupo, destaca que, desde el comienzo, este proyecto de ley “contó con todo el apoyo de la pesca industrial”. Además, el ejecutivo afirma que se estudió la experiencia internacional incorporándose “todos los elementos de las legislaciones y regulaciones más exigentes a nivel internacional”.

En cuanto a la puesta en marcha de la normativa, Bacigalupo indica que “el 100% de la flota tiene un posicionador satelital y, por lo tanto, no pueden operar en zonas no permitidas ya que serían detectados en forma instantánea por la autoridad marítima”.

Es más. El representante de Sonapesca aclara que “alrededor de los montes submarinos viven especies de interés comercial, como el orange roughy y el besugo, por lo que la prohibición de operar en dichas áreas ha significado la paralización de las operaciones de algunas de estas pesquerías”, agrega Bacigalupo.

Fondos marinos

Según se explica, los fondos marinos poseen una gran heterogeneidad en tanto la pesca de arrastre, el principal arte de extracción utilizado a estos niveles, solo es posible efectuarlo en áreas con fondos rastreables, es decir, “que cumplan ciertos requisitos para evitar el deterioro del arte de pesca, tal como se ha realizado por más de 60 años en la zona centro sur de Chile. Las pesquerías de arrastre se practican en áreas llanas que poseen sustratos blandos constituidos principalmente por arena y fango en profundidades que no superan los 600 metros”, detalla María Ángela Barbieri.

Además, la jefa de la División de Administración Pesquera explica que “casi en su totalidad la pesca con arrastre se realiza por fuera de las cinco millas de reserva artesanal, siendo la excepción la extracción artesanal e industrial de crustáceos en las regiones de Atacama y Coquimbo, que operan en sectores restringidos dentro de las 5 millas donde las profundidades de pesca son superiores a 150 metros de profundidad”.

Visión ambiental

La institución internacional dedicada a proteger los mares, Ocena, participó activamente en la protección de los EMV. Su director ejecutivo en Chile, Álex Muñoz, sostiene que “existe un consenso en la ciencia respecto de los impactos de la pesca de arrastre”. Esta actividad extractiva “implica no solo a la fauna bentónica que cubre el fondo marino, sino que también la remoción de arena, lo que vuelve el agua más turbia afectando diversos procesos ecológicos”.

No obstante lo anterior, desde la Asociación de Industriales Pesqueros (Asipes) resaltan la evolución que ha tenido esta forma de captura. Su presidente, Luis Felipe Moncada, destaca que se han incorporado mallas cuadradas en las redes de arrastre para demersales, con lo que se busca evitar la captura de ejemplares pequeños.

“La pesca de fondo de merluza común se realiza con redes que poseen paneles de mallas cuadradas y rejillas para liberación de juveniles”, agrega Moncada, detallando que la pesca industrial con las redes de arrastre actuales operan sobre las especies objetivo, obteniéndose del total de las capturas “un 98% de merluza cola, un 98% merluza tres aletas y un 91% en merluza común”.

Aunque desde Oceana valoran el uso de estas nuevas tecnologías, comentan que “el fondo marino es tremendamente frágil. Las innovaciones tecnológicas pueden aminorar los impactos pero no por completo. Además, está el fenómeno de la pesca incidental de especies distintas a la objetivo que aparecen en las redes de arrastre. Por ejemplo, en la Región de Coquimbo, pudimos ver como la pesca de crustáceos llevaba una pesca incidental de merluza juvenil que se encontraba en veda en ese momento”, recalca Muñoz. De todas formas, el ambientalista reconoce que “la protección de los ecosistemas marinos vulnerables ha sido un primer paso”.

En este sentido, el biólogo marino e investigador de la Universidad de Concepción, Jaime Gutiérrez, concluye que existe muy poca información sobre estas zonas, lo que conlleva el desafío de generar investigación desde diversas áreas del conocimiento “para entender la dinámica del ecosistema y desarrollar procedimientos efectivos de control, observación y nuevos diseños de artes de pesca más selectivos”.