EL NIÑO Y LA NIÑA: Esos misterios que nos acompañan
Cuando escribo este ALLENDE LOS MARES estoy cumpliendo cuarenta y tres años vinculado de una u otra forma con la pesca, sus hombres y su industria. Muchas cosas he conocido sobre el sector, los océanos, las especies que en ellos habitan y su aprovechamiento por el hombre casi desde nuestra aparición como especie inteligente en el planeta azul. Conocí de cosas, hechos y fenómenos que después pasaron a la historia, pero también de otros que siempre han estado aquí y siempre estarán.
Dos ejemplos: primero el cambio del clima, siempre ha estado presente en la evolución de la Naturaleza del planeta pero la acción del hombre lo ha exacerbado especialmente en el Siglo XX y lo sigue haciendo en el que ahora vivimos y segundo El Niño y su contraria La Niña, sobre los que la ciencia constituida subraya han aparecido con bastante constancia a lo largo de un periodo de cinco mil años Los pescadores peruanos observaron este fenómeno hace más de un siglo próxima la Natividad del Señor y lo llamaron El Niño en alusión a Jesús el redentor de los humanos, aunque se refiere que 1578 es la fecha más antigua de la cual se tiene constancia de su existencia.
Los pescadores que le dieron nombre quizás durante mucho tiempo sólo lo relacionaron con el mar y obviamente, con la pesca. A finales de la década de 1960 la mayoría de los científicos aún consideraba que era una perturbación oceánica local pero sus efectos van mucho más allá de la alteración de los patrones meteorológicos típicos. Estos pueden trastornar ecosistemas y poner en peligro a muchas especies. También pueden contribuir a la difusión de organismos patógenos que suponen una grave amenaza para la salud humana. Todo vendría a saberse más adelante en el Siglo XX.
Hoy, e interactuando uno con el otro, se considera que una tendencia hacia temperaturas medias más elevadas, lo que ya nadie va a parar porque las metas acordadas y que aún está por ver su cumplimiento real, es de que el clima no aumente más de 1.5o C para finales de siglo, lo que haría que las futuras manifestaciones de El Niño fueran más intensas.
Conocí superficialmente de El Niño, y su relación con el Perú y de la anchoveta desde los años 70 del siglo pasado. Por aquellas fechas una pujante flota expedicionaria de arrastreros congeladores de mi país, construida en varios astilleros en la querida Galicia, faenaba en aguas del Pacífico Sur a la altura del Perú y de Chile y cualquier cambio se reflejaba en los resultados de su trabajo. Entonces cuando se hablaba de El Niño siempre lo relacionaba con la anchoveta del Perú y de casi nada más, ignorante de mí! Y al unísono supe de La Niña, estacomo la versión antípoda y fría del ciclo del cálido del fenómeno, El Niño.
La relación de El Niño y la anchoveta, Engraulis ringens o Anchoa nasus, es dramática. A modo de ejemplo, si en el año 2000 se capturaban 9,6 millones de t de anchoveta en el 2013 eran sólo 4,7 millones, con un 50% de disminución.
Un poco de historia de esta relación mostraría que el sector pesquero en el Perú está afincado en una pesquería industrial pelágica como la más desarrollada y la de mayor crecimiento desde la década de los 50 del pasado siglo. Para los años 60 la extracción creció en 3.42 veces, de 3,5 millones de toneladas a 12 millones. A principios de la década de los 70 un exceso de capacidad de flota y de industrias unido a El Niño en los años 1972 y 1973 condujeron a un colapso en la pesquería. Tendría que pasar más de un decenio y recién comenzando los 90 la pesquería alcanzó niveles similares a los de los años 60. Otro evento, el de 1997-1998 hizo descender la pesca hasta 1,2 millones de toneladas. Pero entonces se recuperó rápidamente gracias a medidas de administración llegándose en 1999 a 6,6 millones que ascendieron a 9,6 millones en el 2000 pero con fluctuaciones, siempre de millones para arriba o para abajo, en todo lo que va de siglo.
Estas variaciones afectan a miles de trabajadores y sus familias, dependientes de la pesca industrial y artesanal, de las industrias de procesamiento, de las tramas de comercio y distribución y encarecen el costo internacional de la harina y el aceite de pescado.
Por aquel entonces concitaban poca atención el cambio climático y el calentamiento global pero hoy este último fenómeno es objeto, quizás aparte de los temas de las guerras “nuevas”, de la mayor atención por parte de la comunidad internacional, generando encuentros mundiales de decenas de miles de participantes, de líderes de todo el mundo, tratando de hallar los acuerdos para que la humanidad toda, se adapte y pueda mitigar los impactos del calentamiento global en la vida de todas las especies vivas y no vivas del planeta. Sólo quizás a partir de las cumbres de Estocolmo de 1972 o de Río de Janeiro de 1992 “Cumbre de la Tierra” se comenzó a tomar conciencia de tan nocivo fenómeno y sus efectos sobre el Medio Ambiente.
Los años han pasado y el conocimiento científico sobre la Oscilación del Sur se ha profundizado.
Hoy se es consciente de que no sólo la anchoveta u otras especies de los ricos mares peruanos son afectados, su repercusión es global, provocando o incidiendo en un aumento del calentamiento global, acarreando cambios en la circulación de la atmósfera provocando variación en los ciclos de lluvias con lluvias intensas y sus inundaciones derivadas o de lluvias escasas con las sequías consecuentes y su afectación a la disposición de aguas para consumo o la agricultura, aumentando la temperatura de las aguas costeras y con graves efectos sobre las poblaciones de especies marinas y sobre la salud del hombre.
No obstante, aunque a El Niño se le achacan numerosas anomalías meteorológicas y climáticas adversas en todo el mundo, sólo unas pocas de ellas pueden relacionarse fiablemente con este, por lo que no puede acusarse al travieso joven de todo lo malo que meteorológicamente suceda en el planeta.
Con relación a esto, hoy está bien documentado que normalmente los vientos Alisios llevan las aguas cálidas de las costas sudamericanas hacia el oeste del Pacífico y es entonces que las aguas frías de la corriente de Humboldt enfrían las aguas del litoral del Pacífico americano pero cuando estos vientos del este se debilitan el sistema de circulación de aire se interrumpe y entonces las aguas cálidas que se encontraban en el oeste del Pacífico retornan al este y cuando estas llegan al litoral americano se evaporan, vienen las fuertes lluvias con no pocas afectaciones a toda la vida sudamericana y por el contrario zonas habitualmente húmedas de Oceanía, África y Asia sufren de fuertes sequías.
Dicho lo dicho puede afirmarse que las áreas más afectadas por los efectos de la Oscilación del Sur son los Estados Unidos de América, los países del Caribe y Centroamérica, los países sudamericanos, las islas de la Oceanía, otros países de Asia así como naciones de África Oriental.
Como promedio aparece cada cuatro años y medio, pero puede repetirse en sólo dos años o tardar incluso 10 años en volver a ocurrir. El calentamiento estacional suele durar unos meses y termina cuando vuelven los vientos y el proceso de corriente ascendente se hace más vigoroso. Pero este patrón puede modificarse.
Presenta distintas intensidades: débil, moderada, fuerte y extraordinaria, la última poco frecuente. Débil es aquel en el que la temperatura superficial del mar es de uno o dos grados por encima de la media y cubre la parte oriental del Pacífico ecuatorial. El fuerte se caracteriza por un aumento en la temperatura superficial de tres o cuatro grados y cubre una gran parte del Pacífico ecuatorial. Un fenómeno extraordinario se produce cuando la temperatura superficial del Pacífico ecuatorial aumenta unos cinco grados o más. Una vez que comienza un fenómeno suelen pasar entre 12 y 18 meses hasta que las temperaturas superficiales del mar vuelven a sus valores normales.
La previsión no ha sido ni es tarea sencilla, y aún queda mucho por andar en ello aunque en la actualidad los científicos dispongan en su arsenal de medios técnicos y empleen un amplio sistema de barcos, boyas y satélites en el océano Pacífico y de medios informáticos y comunicacionales en tierra para ayudar a predecir el impacto y extensión de los fenómenos incipientes. Lo cierto es que los científicos sólo empezaron a considerarlo como un fenómeno que afecta a toda la cuenca desde mediados de la década de los setenta del siglo XX y todavía no han observado todas las formas que puede adoptar.
Los fenómenos que se han producido en los últimos 30 años han sido diferentes. El de 1982 y 1983 sorprendió a todo el mundo porque ocurrió en un momento del año más tardío y fue más intenso de lo pronosticado. El de 1991 y 1992 no desapareció como se preveía, sino que reapareció en 1993, y algunos creen que de hecho se prolongó sin precedentes de cinco años. El de 1997 y 1998 comenzó antes, fue mucho más intenso de lo predicho, y el agua del océano se calentó más rápidamente de lo habitual. El Niño más fuerte fue el de la temporada 1997-1998 que acarreó 24 mil muertes, 6,2 millones de desplazados y 110,9 millones de afectados.
A principios de 2016 un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) expresaba que el fenómeno este año afectaría a más de 60 millones de personas en todo el planeta y que ya se consideraba al mismo como el más fuerte en lo que va del Siglo XXI.
Hasta aquí un breve acercamiento, ni exhaustivo ni científico, a este fenómeno natural.
El Niño y La Niña, esos misterios que nos acompañan, se hacen sentir y seguirán dando quehacer en el futuro, porque siempre han estado aquí y siempre estarán, mientras que somos nosotros los efímeros, los que pasamos sin dejar casi huella. Ambos, que para algunos son visitantes indeseados, son mis conocidos hace ya más de 40 años.
Conocerlos, controlarlos, adaptarnos a ellos y mitigar sus impactos son las únicas formas que tenemos los humanos de defendernos de sus veleidades.
Nos veremos en otro ALLENDE LOS MARES…
Jesús Benjamín, corresponsal internacional de Industrias Pesqueras