Cuántos fueron los daños sector por sector y qué nuevos estándares están aplicando
Telecomunicaciones:
El terremoto le costó a la industria de telefonía móvil y fija más de $30 mil millones.
De ellos, $16.246 millones corresponden a descuentos y compensaciones a los clientes -la ley del consumidor obliga a no cobrar por un servicio que no se entregó-, y $14.703 millones se relacionan con las inversiones que tendrán que hacer para implementar los cambios que contempló la ley de emergencia y reconstrucción.
Aún otros $85.500 millones corresponden a la reparación de daños -monto que incluye seguros comprometidos-, según el balance de la Subtel.
¿Qué medidas están en curso? Se incorporó la telefonía móvil e internet a los servicios básicos para darles prioridad de suministro y resguardo policial. Un total de 526 sitios fueron declarados infraestructura crítica, esto es, que deberán contar con respaldos energéticos de 48 horas para que no vuelva a ocurrir que las antenas se queden sin batería.
Otras zonas deberán contar con autonomía de 2 a 8 horas. Hasta la fecha, la mitad de los respaldos están operativos y los demás deberán estarlo a fines de año.
La industria además deberá triplicar los canales para SMS antes del 30 de marzo.
Otra de las medidas que implementará el sector es la instalación de un sistema de alerta masiva, a través del cual las personas podrán recibir en sus celulares -y luego también en los televisores- un mensaje que enviará la Agencia Nacional de Emergencia (ex Onemi) y que viajará por otros canales de radiofrecuencia que las redes celulares, evitando la saturación.
El jueves se presentaron nueve compañías a la licitación de la plataforma tecnológica, la mayoría de ellas extranjeras, como consorcios que han implementado este sistema en Estados Unidos, Israel y Holanda.
Las compañías de telefonía deberán poner a disposición del Estado sus antenas para transmitir los mensajes a quienes la autoridad estime necesario.
Seguros:
La avalancha de denuncias por seguros comprometidos en viviendas y empresas superó finalmente las 220 mil en 2010 y las estimaciones más actuales hablan de un costo total de hasta US$ 8.500 millones.
Al cierre de enero de este año, lo ya pagado por las aseguradoras suma US$ 1.252 millones en el segmento de viviendas -aún falta el 33% por pagar del total liquidado- y US$ 2.881 en seguros no vivienda (empresas y autos). En este grupo queda por pagar 46,5% del total liquidado.
Aumentaron los precios de las pólizas entre 30% e incluso más del 50%, lo que las elevó a entre 4 y 5 UF anuales, de acuerdo con RSA, Chilena Consolidada y Mapfre. Además, hubo reclamos contra los procesos de liquidación e inconformidad con los pagos, quejas que representaron el 64% y 13% -respectivamente- de las más de 3 mil consultas presentadas ante la Superintendencia de Valores y Seguros, SVS.
El cálculo de la magnitud de los daños y los deducibles fueron términos que muchos asegurados escucharon por primera vez y que se conjugaron con un sistema de contingencia recién estrenado por la industria y, por tanto, no exento de fallas.
La creación de una póliza estándar que destaca y clarifica la información clave, y la licitación colectiva de los seguros asociados a los créditos hipotecarios marcan el antes y después del 27 de febrero de 2010.
Para la industria, según Fernando Cámbara, gerente general de la Asociación de Aseguradores, los mayores efectos estuvieron en rehacer sus cálculos de exposición a los riesgos y, en conjunto con la SVS y los reaseguradores, afinar estos modelos, “que por cierto de acuerdo a la actual normativa sí se mostraron suficientes para las reservas catastróficas”, dice.
Si bien el intendente de seguros, Osvaldo Macías, concuerda, no descarta la necesidad de mejoras. Lo que viene es precisamente el ajuste de aspectos vinculados a las reservas técnicas y exigencias de capital de las aseguradoras, así como mayores exigencias de información sobre contratos de reaseguros. Temas que según precisó serán zanjados durante el primer semestre de este año.
Vitivinícola:
Las pérdidas productivas alcanzaron los 125 millones de litros de vino -equivalentes al 12,5% de la cosecha 2009-, avaluados en US$ 250 millones.
En 2010, no eran pocas las viñas que tenían previsto lanzar ediciones especiales Bicentenario de Chile, pero el terremoto paralizó muchos de estos proyectos: las botellas se quebraron o las barricas terminaron en el suelo.
Hoy la situación de la industria está normalizada, dice René Merino, presidente de Vinos de Chile.
En la reconstrucción elevaron estándares, como mejorar los anclajes de las cubas y la misma edificación de las bodegas.
Pesquero:
“Los daños provocados por el terremoto fueron avaluados en US$ 330 millones”, dice Rodrigo Sarquis, presidente de la Sociedad Nacional de Pesca, perjuicio que se centró en Talcahuano y Coronel.
Alrededor del 70% de la capacidad de procesamiento se ha recuperado a la fecha, pero el restante 30% no se ha reconstruido por la menor disponibilidad de jurel y la ausencia de un marco regulatorio definitivo, precisa.
Dado el alto impacto que tuvo la catástrofe en los trabajadores, la industria optó por tomar dos medidas que, a juicio de Sarquis, tuvieron grandes consecuencias económicas. Se priorizó el pescado extraído por los pescadores artesanales y se optó porque la flota industrial no operara. Además, pese a que muchas plantas estaban dañadas, se acordó no despedir al personal, “situación que se pudo sostener aproximadamente por 6 a 8 meses, a un costo de US$ 10 millones mensuales”. Pero la escasez de pesca hizo que no se pudiera seguir con esta medida por más tiempo, dice.
Inmobiliario:
El momento más complicado para la industria de viviendas fue en el segundo trimestre de 2010, pues se frenaron decisiones de compra de departamentos en pisos altos -a la espera de conocer eventuales daños de los edificios-, y también los clientes decidieron investigar más sobre la calidad de la construcción y seriedad de las firmas desarrolladoras, lo que ha significado mayor entrega de información de parte de las empresas, afirman en el sector.
En el Gran Concepción, la comercialización de departamentos se vio fuertemente golpeada: cayó 57% en 2010, mientras las casas subieron en 11%, según cifras de la Cámara Chilena de la Construcción del Biobío.
La colocación de viviendas se ha visto mermada por problemas viales ligados al sismo, como en la zona de San Pedro de La Paz, dice el gerente comercial de Inmobiliaria Aconcagua, Pablo Droguett. Pero la venta de casas ha mejorado en el anillo de Concepción. En Paz Corp dijeron que hacia finales del segundo semestre sus ventas se triplicaron en el Gran Concepción.
En la Región Metropolitana, 2010 cerró con un alza cercana a 30% anual, en unidades y monto, según el gerente del Área Estudios de Real Data, Patricio Hempel. Se comercializaron cerca de 70 mil viviendas, involucrando más de 160 millones de UF.
Pero el mercado de viviendas nuevas en Santiago registró una caída de 13% durante 2010, según la Cámara Chilena de la Construcción (CChC).
Eléctrico:
Más de cinco mil trabajadores repartidos en 1.500 vehículos fueron los que se desplegaron para solucionar los problemas más graves, principalmente la falla de equipos y el corte de redes, recuerda Rodrigo Castillo, gerente general de la Asociación de Empresas Eléctricas. En un día normal, no son más de 500 los expertos que andan en las calles. Para suplir la falta de especialistas, llegaron expertos de otros países, tanto de filiales de empresas chilenas como trabajadores de compañías extranjeras que ayudaron ante la magnitud de la catástrofe.
“En 12 días se efectuaron trabajos que en condiciones normales se hubiesen realizado hasta en cerca de dos años y medio”, explican desde Enersis, matriz de Endesa y Chilectra.
Para dar un orden de magnitud, sólo este grupo reemplazó 28 transformadores de distribución, 144.244 conductores, 14.552 fusibles, 1.094 crucetas, 1.542 aisladores y 980 postes.
Para enfrentar nuevos desastres, se fijaron nuevos protocolos de comunicaciones, definiéndose qué debe hacer cada quien en caso de fallas graves.
Además, en el largo plazo se certificarán las competencias de los trabajadores de manera estándar. “Para estar seguros que el trabajador sabe hacer lo que se le exige”, detalla Rodrigo Castillo, quien precisa que esto ya se hacía, pero no con estándares tipificados y uniformes entre las compañías.
Retail:
Varias firmas del retail han implementado nuevos sistemas. “Se adquirieron teléfonos satelitales para permitir una rápida conexión en caso de verse afectados nuevamente las líneas telefónicas”, dice Juan Benavides, gerente general corporativo de Falabella.
Como en muchos centros de distribución las estanterías se cayeron, hay empresas que cambiaron la distribución de los productos. En las zonas más altas ya no se ubican artículos líquidos, que al caerse se desparraman. Y ahora se opta porque las salas de supermercados no tengan cielos falsos, sino que sean galpones con techo libre.
Forestal:
Se puso en pie casi en su totalidad en sólo tres meses y cerró un 2010 sacando cuentas alegres: exportaciones por US$ 4.899,3 millones, un 19,2% más que todo lo vendido al exterior en el año previo.
Hacia fines de abril el negocio de celulosa de Arauco ya operaba al 70%, y las fábricas de paneles y de maderas aserradas estaban al 100%. Pese a que el aserradero de Mutrún fue destruido totalmente, la forestal del grupo Angelini optó por reabrir una línea nueva en Horcones en julio. La firma operó casi todo el año normalmente, y en enero reabrió la planta en Arauco.
En el grupo Matte, “a las dos semanas del terremoto el 90% de las faenas productivas de CMPC estaban operando con normalidad”, reseña Gonzalo García, su secretario general. A mediados de marzo ya producían sin problemas papeles tissue, productos sanitarios, cajas de cartón corrugado, sacos de papel y bandejas de pulpa moldeada y maderas. Y a mediados de abril, “las cuatro unidades de celulosa -Santa Fe I y II, Laja y Pacífico- estaban completamente operativas”, sostiene.
En CMPC cifran las pérdidas en US$ 200 millones. De ellos, un 30% corresponde a daños en activos fijos e inventarios y de ese porcentaje, las compañías de seguro reembolsaron 40% aproximadamente, dice García. El otro 70% corresponde a la paralización de actividades.
Infraestructura:
Terminando reparaciones o con trabajos totalmente finalizados, incluyendo diseños sísmicos, se encuentran los puertos y aeropuertos de las zonas afectadas por el sismo y maremoto.
Los terminales marítimos de las regiones Quinta y Octava aseguran que la reacción de sus trabajadores evitó mayores daños. Estos, en su mayoría, destacaron que no tuvieron que frenar totalmente sus operaciones.
En el Biobío se registraron los mayores destrozos, destacando la destrucción total del estatal Puerto de Talcahuano. A un año del sismo, el terminal cuenta con un plan de concesión a privados por hasta US$ 75 millones en inversiones, que permitirá reponer su estructura.
Puerto Coronel -ligado a Celulosa Arauco y Constitución, Ultramar, Constructora Belfi y CMB Prime AFI- destinará US$ 6 millones en reparaciones, las que serán culminadas este año, dijo su gerente general, Javier Anwandter.
Una de las “anécdotas” portuarias del terremoto en Concepción ocurrió en Portuaria Cabo Froward, filial de Empresas Navieras. Una nave que embarcaba astillas de madera a la hora del sismo zarpó de forma repentina tras ver como bajaba el nivel del agua en la bahía, destruyendo postes de amarre y torres de carguío, entre otros, que ya están reparados.
El Puerto Valparaíso sufrió daños en cinco de sus ocho sitios de atraque de naves, pero el 28 de febrero de 2010 su operación era normal. Aquí los perjuicios llegaron a US$ 25 millones.
En el terminal marítimo de San Antonio, la destrucción ascendió a US$ 65 millones, aunque no paralizó operaciones.
En el ámbito aeroportuario, el terminal de Santiago fue el más afectado, con daños en pasarelas, sistemas de climatización, cielos falsos, entre otros, los cuales están 100% reparados, según su concesionario SCL. La empresa afirmó que las reparaciones hechas consideran la experiencia del terremoto, “por lo que en un sismo de las mismas características, las instalaciones del terminal no deberían tener problema alguno”. Según los estados financieros de SCL, a septiembre pasado había recibido pagos de seguros por UF 175.697, unos US$ 8 millones.
El aeropuerto Carriel Sur de Concepción casi no tuvo mayores pérdidas, salvo el rompimiento de vidrios. El gerente general de Concesionaria Aerosur -que opera ese terminal-, Gonzalo Castillo, indicó que el costo de las reparaciones sumó $26 millones.