“Nos hemos recuperado y podido resistir tras perder la captura de la jibia”

Los recursos pesqueros sobre los cuales trabajan (jurel, sardina y anchoveta), se encuentran en muy buen estado, lo que les ha permitido contar con materia prima de manera permanente para operar.

Andrés Fosk, gerente general Pesquera Landes

Desde el estallido social de octubre 19,  para nadie han sido meses fáciles. Tampoco para muchas empresas que debieron lidiar con protestas, cortes de rutas, cadenas logísticas e inseguridad y, más recientemente, la crisis sanitaria.

En este contexto, para una empresa de tamaño mediano, la resiliencia ha sido su tabla de salvación. Después de estar el año pasado casi al borde de la quiebra, hoy sigue en pie y operando con la misma fuerza, sin necesidad de acogerse a medidas como la ley de Protección del Empleo y conservando a la mayor parte de sus trabajadores. Se trata de la compañía pesquera Landes que -como confirma su dueño, Andrés Foskse ha concentrado fuertemente en operar sus barcos y sus plantas de la isla Rocuant en Talcahuano y la de choritos que posee en Chiloé.

Es así que actualmente 635 personas se mantienen en sus fuentes de trabajo, entre ambas unidades. Es que de alguna manera también ha jugado a su favor el que los recursos pesqueros sobre los cuales trabajan (jurel, sardina y anchoveta), se encuentran en muy buen estado, lo que les ha permitido contar con materia prima de manera permanente para poder operar.

Cadena de abastecimiento

“Nos hemos recuperado en parte después de haber perdido la captura de la jibia. Hemos podido resistir bien y seguir aportando a la economía y al empleo de Talcahuano y Chiloé”, dice el empresario y agrega que “pese a lo grave del estallido social y la pandemia, nuestros trabajadores siguen fuertes junto a nosotros y nosotros con ellos. Obviamente, que hemos tomado medidas específicas muy estrictas para evitar el contagio del covid19, pero no sólo en las plantas y barcos, sino que también colaborando con las familias de nuestros colaboradores entregando “kits de prevención” para que ellas también se protejan”, precisa.

Este trabajo permanente, tanto en Talcahuano como en Chiloé ha tenido una importancia estratégica para el país, pues la pesca industrial y la actividad miticultora son fundamentales para la cadena de abastecimiento de alimentos del mar. En esto ambas actividades han sido muy relevantes y gracias al trabajo de miles de personas el alimento del mar está asegurado.

La peor política pública

Pese al positivo escenario con recursos sanos y en franca recuperación, el empresario ve ciertos nubarrones en el horizonte, como algunas iniciativas parlamentarias que buscan, a su juicio equivocadamente, mejorar la situación del mundo artesanal, en desmedro del industrial. A modo de ejemplo, mencionó la ley de la jibia, “la peor política pública en la historia pesquera chilena, que finalmente no vio a nadie y sólo generó la pérdida de dos mil empleos”. Añadió que “nuestra esperanza es que los actores políticos dejen atrás sus prejuicios y visiones de otros momentos de la pesca industrial y puedan conocernos, ver cómo trabajamos y el valor que generamos”. “El sector pesquero requiere para su correcta administración de la visión técnica y científica, de la voz de los expertos. Nuestro sector es fuente de empleos permanentes de muy buena calidad y un motor de desarrollo en muchas comunas, por ello necesitamos que se nos proteja y se nos entreguen reglas claras, de largo aliento para poder seguir invirtiendo”, cerró.

Actividad económica esencial

Andrés Fosk sostiene que luego de los graves efectos sociales y de empleo desde octubre a la fecha, se ha demostrado que son una actividad económica esencial en los territorios de operación. “El impacto de la pesca industrial y de las casi 400 pymes que laboran al alero de las plantas y barcos son esenciales para Tomé, Talcahuano, Coronel y todo el Gran Concepción.

Si a eso se suman los 6.500 personas que trabajan directamente en nuestra actividad y las otras 4.700 que aproximadamente, laboran en las pymes que nos prestan servicios, podemos constatar que somos un motor de empleo y desarrollo que debemos cuidar”. Landes trabaja con 25 pymes de manera directa y exclusiva y cualquier impacto en la empresas, también las golpea a ellas. En este sentido, el empresario empatizó con la situación social del sector artesanal de baja escala. “El cierre de las caletas, de pescaderías, restaurantes y cocinerías ha tenido un impacto feroz en nuestros colegas pescadores más chicos.

Es urgente que la ayuda del Estado llegue rápido y sea potente para rescatar a estas personas y sus familias de estos momentos tan amargos que vivimos”. Advirtió que el mundo artesanal se agrupa en sindicatos y no en pymes, lo que cree puede estar impidiéndoles acceder a créditos Fogape y Covid que el Gobierno ha dispuesto para paliar el impacto económico de la pandemia en este sector. Esta industria cuenta con 43 proveedores artesanales que entregan sardina y anchoveta y se han mantenido abasteciendo a la planta. “Allí hay otros 1.500 jefes de hogar que también gracias al funcionamiento de nuestra planta de Talcahuano han podido llevar ingresos a sus familias.
Esto se replica en las otras 22 plantas de proceso que la pesca industrial opera en nuestra zona en diferentes magnitudes” concluyó Fosk.

Fuente: Diario El Sur